Funcionalismo en la arquitectura

Los significados de todos estos términos – función, adecuación, utilidad y finalidad – varían algo de un autor a otro.

El estudio de las bases del funcionalismo en la arquitectura involucra el problema más amplio del valor del uso y, específicamente, el del lugar que corresponde a la adecuación en la belleza.

El concepto de función se aplica al planteamiento en general, pero no existe también un enfoque funcional de la estructura. En el uso alemán más reciente, se identifica el funcionalismo con la Neue Sachlichkeit. Sachlichkeit implica una utilidad perfecta y pura.

El funcionalismo puede involucrar o no una teoría de la belleza. La utilidad y la adecuación pueden ser consideradas como la medida de excelencia o perfección de un edificio, pero no forzosamente como la medida de una belleza.

Las teorías funcionalistas de la arquitectura son aquellas que hacen de la estricta adaptación de la forma a la finalidad el principio rector básico del diseño y el cartabón fundamental para medir la excelencia o la belleza de la arquitectura.

Características del funcionalismo

El funcionalismo pretendía ser una arquitectura racional y funcional con un objetivo social, sobre todo en el ámbito de la vivienda. Los nuevos materiales eran el hormigón, el hierro y el cristal, que eran combinados en cuerpos arquitectónicos «auténticos» y estaban despojados de las tendencias decorativas de épocas pasadas.

Desde el principio, el concepto de funcionalidad incluía salubridad y comodidad — básicamente todas las características de los edificios que hacen posible para las personas, familias y comunidades realizar los propósitos de su vida en estos edificios. Siendo tan amplio como es el «espectro de requisitos» planteado a los edificios, los investigadores que desarrollaban la teoría del funcionalismo no pudieron conservar la unidad de la teoría, y pronto fue dividida en un cierto número de campos especiales. Estos se vinculaban a su vez frecuentemente con otras «ciencias madres» que ya se habían desarrollado antes:

Teoría parcial del funcionalismo

Ciencias madres

funcionalidad de un edificio sociología
investigaciones sobre el trabajo
economía doméstica
salubridad investigación en salud pública
seguridad de las construcciones teoría de la construcción
investigación del fuego
economía economía doméstica
ciencias de la gestión
economía

El funcionalismo de Le Corbusier

Toma en cuenta 5 principios que considera básicos:

1. fachadas libres,
2. plantas libres,
3. ventanas anchas de corte horizontal que dejen entrar la luz y el aire
4. uso de pilotes que descargan los muros de su función de soporte
5. Existencia de una azotea.

Los análisis modernos del funcionalismo presentan un doble enfoque: el racional y el poético. Además de exponer las razones por las cuales la arquitectura funcional es superior a la arquitectura formal o, en todo caso, mas apropiada para nuestra época, los autores extraen analogías o utilizan metáforas para reforzar sus argumentos. Cabe agrupar estas analogías en tres categorías, que pueden servir como punto de partida en la investigación de los argumentos esgrimidos en la defensa de la posición funcional. Son ellas la analogía Mecánica, la analogía orgánica y la analogía moral o ética.

La analogía mecánica se basa en la convicción de que la belleza, o por lo menos cierto tipo de perfección formal, se desprende de automáticamente de la más perfecta eficiencia mecánica, y de que las creaciones perfectas de ingeniería alcanzan belleza sin necesidad de que se la busque deliberadamente. Las maquinas más perfectas constituyen, pues, una importante fuente de inspiración para los arquitectos. Estos deben proyectar sus edificios con el mismo espíritu con que los ingenieros proyectan sus obras industriales. La difundida metáfora de Le Corbusier, «la casa es una maquina para ser habitada» , constituye un ejemplo de esta posición.

La analogía orgánica se basa en la convicción de que la naturaleza es bella y perfecta. Por consiguiente, la naturaleza debe ser una gran fuente de inspiración para los arquitectos. Sobre la base del supuesto de que en las formas orgánicas de la naturaleza cada parte -al igual que el todo- se conforma a su función.

La analogía moral presenta varios aspectos. Según esta posición, la arquitectura debe reflejar y fortalecer los ideales morales o éticos del hombre. Un edificio debe ser veraz, no deshonesto. Las formas deben ser exactamente lo que parecen. Todo edificio debe ser expresión fiel de su finalidad y de su época. Los materiales y sistemas estructurales deben ser utilizados con integridad y deben expresarse honradamente. La sociedad de las formas debe alcanzar sus objetivos a través de una armoniosa cooperación. La analogía moral también implica que el espíritu practico es una virtud en la arquitectura, tal como sucede entre los hombres. Así, pues, las formas ornamentales inútiles deben ser rechazadas, especialmente cuando producen un efecto de disfraz. Adolf Loos expuso una interesante derivación de esta idea. Para él, el ornamento en la arquitectura moderna era un delito contra la sociedad, porque esta necesita urgentemente y en abundancia arquitectura buena y barata para resolver el problema social básico de la vivienda decente. Desde el punto de vista de la función social, el ornamento parece ser una especie de derroche aparatoso («Arquitectura disfrazada, es decir, imitación, es decir, mentira»).

Contexto Histórico del funcionalismo

Bastante pronto, la teoría funcional de la arquitectura fue apoyada por más investigación que cualquier otra teoría del diseño de edificios. La mayor parte de los hallazgos de estos estudios siguen siendo válidos y ampliamente válidos incuso por aquellos arquitectos que han abandonado hace mucho el lenguaje abiertamente funcionalista.
El paso del neoclasicismo al funcionalismo se produjo alrededor del año 1930. La Exposición de Estocolmo de 1930 es considerada como el acontecimiento que introdujo el funcionalismo en Dinamarca. Defendido por los pioneros extranjeros, ante todo por Walter Gropius (1883-1969), en Alemania, con la escuela Bauhaus, y Le Corbusier, en Francia, el funcionalismo pretendía ser una arquitectura racional y funcional con un objetivo social, sobre todo en el ámbito de la vivienda. Los nuevos materiales eran el hormigón, el hierro y el cristal, que eran combinados en cuerpos arquitectónicos «auténticos» y estaban despojados de las tendencias decorativas de épocas pasadas. Este funcionalismo internacional se impuso en prácticamente todos los campos de la construcción. Inspirado por Le Corbusier, Mogens Lassen construyó, en los años treinta, una serie de casas unifamiliares en Klampenborg, mientras que Arne Jacobsen es responsable del blanco complejo de Bellavista (1934), también en Klampenborg.

Bastante pronto, la teoría funcional de la arquitectura fue apoyada por más investigación que cualquier otra teoría del diseño de edificios. La mayor parte de los hallazgos de estos estudios siguen siendo válidos y ampliamente válidos incluso por aquellos arquitectos que han abandonado hace mucho el lenguaje abiertamente funcionalista.
Esta orientación internacional convivió con otra tendencia más tradicionalista, también influida por las ideas de la época, pero que recurría sobre todo a los materiales autóctonos y a un lenguaje arquitectónico más tradicional, tal como lo atestigua la Universidad de Arhus, de Kay Fisker, C.F. Moller y Povl Stegmann, comenzada en 1932. Esta tendencia representaba una concepción arquitectónica neutra y funcional de la que fueron portavoces Povl Baumann, con el inmueble de viviendas Storgarden en Copenhague (1935), y, sobre todo, Kay Fisker. La concisión y el rigor del neoclasicismo de Fisker se vuelven a encontrar en su funcionalismo. C.F. Moller y Fisker construyeron en Copenhague, entre otras, las casas de viviendas de Vodroffsvej (1930) y Vestersohus (1935-1939). Esta última es un ejemplo claro del inmueble de saledizos y balcones en el que la vivienda está orientada según la luz solar. Los planos de los pisos eran poco convencionales y sus habitaciones estaban distribuidas en función a su utilidad.
La arquitectura de los años cuarenta daba muestras de resentirse de las dificultades que había traído consigo la Segunda Guerra Mundial. La penuria de materiales se hizo evidente rápidamente obligando a los constructores a utilizar métodos de construcción tradicionales y a aplicar soluciones económicas y racionales. Esta época se distinguió por los proyectos de menor envergadura, como son los conjuntos de casas adosadas o en fila, por ejemplo, las Atelierhusene de Viggo Moller-Jensen en Utterslev (1943) y Sondergardsparken en Bagsværd (1950), de Povl Ernst Hoff y Bennet Windinge, ambos proyectos construidos en las afueras de Copenhague.
Autores y obras

Le Corbusier

Cuyo nombre fue Charles-Edouard Jeanneret nació el 6 de octubre de 1887 en La Chaux-de-Fonds. Precozmente, él mostró un gran talento para el dibujo, de modo que a los catorce años ya era admitido en la Escuela de Arte de La Chaux-de-Fonds, escuela fundada en el siglo XIX, en especial para la formación de grabadores y operarios de la industria relojera. Un profesor suyo, L´Eplattenier, ayudó a fomentar en el joven Jeanneret el interés por la arquitectura, al frecuentar los cursos de la nueva sección de la escuela dedicada a la escultura y a la pintura mural.

Con apenas 18 años, se le rogó que construyera una villa para uno de los miembros del comité de dirección de la Escuela de Arte. Con sus honorarios, Charles-Edouard Jeanneret emprendió un viaje que le llevó, por Italia, a Budapest y a Viena.

En febrero de 1908, contando 20 años, el joven fue por primera vez a París, donde pasó una larga temporada. Conoció allí a Agostoe Perret, con quien trabajó durante quince meses como arquitecto. Luego, por encargo de la Escuela de Arte de La Chaux-de-Fonds, realizó un viaje a Alemania para estudiar el movimiento de las artes aplicadas en ese país. Es muy impresionado por la fuerza y la organización del movimiento, pero, en cierta medida crítica: «El conjunto era sorprendente de armonía, y ciertamente muy nuevo para los franceses de hoy; pero a los alemanes les falta tradición y sus manos son todavía inhábiles.»

Después el joven realiza un viaje por los países balcánicos, luego visita Bulgaria, Estambul, Atenas y Roma para regresar por unos años a su villa natal. Para 1917, a la edad de 30 años, se instala definitivamente en París. Allí pintó sus primeros cuadros. Poco después la revista Espirit Nouveau es fundada en colaboración con Paúl Dermée; el primer número aparece el 15 de octubre de 1920. En esta revista, Le Corbusier realiza gran cantidad de artículos sobre arte y arquitectura.

En 1922 se asoció con su primo Pierre Jeanneret y entonces comenzó una lucha (de varias décadas) por una arquitectura que habría de ser la expresión de nuestro tiempo y no un plagio de las culturas pasadas. Sus estudios de arquitectura y urbanismo los presentó en su Plan para una ciudad contemporánea de 3 millones de habitantes, que contiene ya todos los elementos del urbanismo moderno. En 1923, aparece la primera publicación fundamental de L. C., Vers une Architecture. Allí toma de nuevo y desenvuelve los artículos aparecidos en la revista «Espirit Nouveau». Durante los siguientes años, la casa Crés edita sucesivamente ocho publicaciones en la serie «Espirit Nouveau». Son editadas por primera vez con su nuevo nombre Le Corbusier, que tomó de una rama de sus antepasados originarios de Francia.

Según Le Corbusier, el primer deber de nuestra época es alojar a las masas de manera decente y humana. Esto es sólo posible merced a la fabricación industrial de apartamentos estándar y gracias a un urbanismo racional. Ya para 1914 Le Corbusier había concebido un sistema de construcción por montaje «Domino», en el cual la armazón, postes, techos y escaleras, son prefabricados, pudiéndose combinar en las más diversas formas.

En la exposición internacional de Artes Decorativas, de 1925, el pabellón del «Esprit Nouveau», construido por Le Corbusier, causó sensación. En 1925, obtuvo el primer premio del concurso para la Sociedad de Naciones de Ginebra.

En 1928 fundó en Sarraz el Grupo CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna).

Con la realización de grandes proyectos como la Cité de Refuge del Ejercito de Salvación de París, Le Corbusier sigue con sus estudio teóricos sobre urbanismo y proyecta planos de ciudades como Buenos Aires, Bogotá, Moscú, Esmira, etc. Es invitado a numerosas giras de conferencia que lo llevan por las grandes capitales del mundo y que le sirven para presentar sus ideas sobre arquitectura y urbanismo.

En 1940, poco después del principio de la guerra, Le Corbusier deja París y se traslada a la zona libre, donde se dedica principalmente a la pintura y a estudios teóricos como El Modulor. En 1944, de vuelta en París, inicia un período de trabajo arquitectónico muy intenso. La Unité d´ habitation, que realiza en Marsella para el Ministerio Francés de la Reconstrucción (1945-52) le da, por fin, vocación para realizar de manera convincente su idea de siempre; la célula de vivienda prefabricada en serie por procedimientos industriales, desde la casita al gran bloque de viviendas.

Gracias al gobierno de la India, en 1950, Le Corbusier, a quien se encomendó construir Chandigarh, nueva capital de Punjab, tuvo la posibilidad, por primera vez, de realizar sus ideas urbanísticas. En 1953, L. C. realiza su primer edificio sacro; la capilla de peregrinación de Ronchamp, que al igual la Unité d´ habitation, se halla entre las obras han dado celebridad al nombre de Le Corbusier más allá de los medios profesionales. El convento de La Tourette, en Eveux, cerca de Lyon, es otro gran ejemplo de arquitectura sacra. Le Corbusier no asistió a la realización de sus grandes proyectos finales, como el hospital de Venecia, la Embajada de Francia en Brasilia y el Palacio de Congresos en estrasburgo. Murió víctima de una crisis cardiaca el 27 de agosto de 1965 mientras se estaba bañando en el Mediterráneo. «Es un poco extravagante haber trabajado tanto. Trabajar no es un castigo, trabajar es respirar».

Arne Jacobsen

1902-1971, contribuyó como arquitecto a la introducción del funcionalismo en Dinamarca en los años 1930. Uno de sus primeros grandes proyectos fue la urbanización de Bellevue, en Klampenborg (1931-1936), un conjunto sugestivo que incluía un teatro, baños en el mar y apartamentos en los que las formas cubistas y sencillas, de superficies enjalbegadas, anunciaron los nuevos ideales arquitectónicos. Las obras de Jacobsen, arquitecto ecléctico y productivo, ejercieron una gran influencia en casi todos los campos de la arquitectura danesa: renovó la construcción de viviendas, las edificaciones públicas tales como ayuntamientos y escuelas, las fábricas, así como el diseño industrial y la artesanía artística. Arne Jacobsen es, entre muchas otras cosas, el arquitecto que concibió dos de los edificios más discutidos por sus contemporáneos: el Ayuntamiento de Arhus (1939-1942) y el nuevo edificio del Banco Nacional, en Copenhague (1965-1978).

Durante los últimos años de su vida, Jacobsen consiguió imponerse como uno de los arquitectos más significativos de Europa mediante una serie de edificios célebres, construidos, entre otros países, en Inglaterra y en Alemania, como pueden ser el Saint Catherine´s College, en Oxford (1966), y la Embajada de Dinamarca en Londres (1969-1977), así como el Ayuntamiento de Mainz, en Alemania (1970-1973).

Walter Gropius (1883-1969)

Arquitecto y profesor alemán, fundador de la Bauhaus, la escuela de arte que capitalizó la investigación sobre arquitectura y artes aplicadas durante la primera mitad del siglo XX. Sus principales hipótesis, que formaban parte de los principios ideológicos de esta escuela, fueron la economía expresiva y la adecuación a los medios productivos para todas las formas de diseño, una especie de maridaje entre el arte y la ingeniería. Estos conceptos también se plasman en sus edificios, que ejercieron una enorme influencia en la arquitectura moderna.

Gropius nació en Berlín el 18 de mayo de 1883 y estudió arquitectura en las universidades de Munich y Berlín-Carlottenburg. Entre 1907 y 1910 trabajó en el estudio del arquitecto Peter Behrens, uno de los pioneros del diseño moderno. En 1911 se unió al Deutscher Werkbund, institución creada para coordinar el trabajo de los diseñadores con la producción industrial. En colaboración con Adolph Meyer proyectó la fábrica Fagus en Alfeld (1910-1911) y el edificio de oficinas de la exposición del Werkbund en Colonia (1914), que le dieron a conocer en toda Europa. Después de la Guerra Mundial dirigió dos escuelas de arte en Weimar, hasta que las transformó, en 1919, en la nueva Staatliches Bauhaus, donde introdujo una pedagogía que aunaba el estudio del arte con el de la tecnología. Los estudiantes aprendían a través de distintos talleres las habilidades básicas de los principales oficios, y así se familiarizaban con los materiales y los procesos industriales. Este método hizo posible un gran acercamiento a la realidad de la producción en serie y revolucionó el mundo del diseño industrial moderno.

Cuando la escuela se trasladó a Dessau, Gropius proyectó los edificios que la acogerían, caracterizados por una exquisita simplicidad formal y por el empleo de grandes superficies de vidrio plano.

Gropius abandonó su cargo como director de la Bauhaus en 1928 y continuó su carrera como arquitecto. Su oposición al partido nazi le obligó a abandonar Alemania en 1934, y después de pasar varios años en Gran Bretaña emigró a Estados Unidos para dar clases en la Universidad de Harvard. Allí se hizo cargo del departamento de Arquitectura (1938-1952), donde introdujo muchas de las ideas desarrolladas en la Bauhaus, y formó a varias generaciones de arquitectos estadounidenses.

En 1946 creó un grupo llamado Architects Collaborative, que se hizo cargo de muchos proyectos de gran envergadura, como el Harvard Graduate Center (1949), la embajada de Estados Unidos en Atenas (1960) o la Universidad de Bagdad (1961). También construyó el edificio de la Panam (1963) en Nueva York, en colaboración con el arquitecto italoestadounidense Pietro Beluschi. Gropius murió el 5 de julio de 1969 en Boston.

Arne Jacobsen (1902-1971), arquitecto y diseñador danés. Nació en Copenhague el 11 de febrero de 1902. Allí estudió en la Escuela de Arquitectura de la Academia de Arte hasta el año 1928. Ya durante su época de estudiante construyó su primera vivienda unifamiliar, cuyo estilo tenía todavía una fuerte influencia del clasicismo danés. En 1929, la casa cilíndrica del futuro, que había diseñado junto a Flemming Lassen, causó gran sensación en la exposición arquitectónica de Copenhague.

Dentro del complejo costero Bellevue de Copenhague, construyó entre 1930 y 1935 en Klampenborg la colonia Bellavista, a la que también pertenece un teatro de verano (1937), cuyo tejado puede levantarse. La gran maestría de Jacobsen a la hora de combinar elegancia y confort con un seductor sentido de la proporción, se evidencia en estas construcciones. Hasta 1938, diseñó exclusivamente viviendas. Finalmente, destacó con la construcción de una serie de ayuntamientos, cuya clara estructura estaba marcadamente impregnada del funcionalismo de Le Corbusier y de Mies van der Rohe; entre ellos, el ayuntamiento de Århus (1938-1942), creado junto a Erik Moller.

A pesar de encargos significativos, como el hotel SAS (1958-1960), en Copenhague, Jacobsen seguiría construyendo siempre viviendas unifamiliares. El conjunto Soholm, en esta misma ciudad (1950-1955), es una muestra ejemplar del intento de Jacobsen por introducir una nueva calidad de vida estética y funcional en las viviendas y en la arquitectura moderna.

Junto a sus ricas creaciones arquitectónicas, Jacobsen diseñó también sillas, cubiertos y materiales que adquirieron cierto renombre y fueron producidos en serie. Entre 1956 y 1962 fue profesor en la Academia de Copenhague. Murió el 24 de marzo de 1971 en su ciudad natal.